La infancia, la actividad gremial y los desafíos del agro fueron parte de los temas de este almuerzo con el nuevo vicepresidente de la SNA, quien también es presidente de Socabio y de la CAS (Consorcio Agrícola del Sur). Una vida en el campo, lo que se traspasa de generación en generación.

Aperitivo

– Para comenzar este almuerzo, una entrada, el inicio, ¿cómo fue su infancia?

Yo me crié en el campo. Mi familia llegó de Alemania en el año 50, después de la guerra. Nací en el seno de una familia que era agricultora allá y también lo fue acá en Chile.

Mi familia llega inicialmente a Ovalle, donde nací, porque ahí teníamos un pariente, un tío abuelo que fue sacerdote. Fue un poco el ancla para llegar.

Por el lado de mi mamá mi abuelo también se dedicaba al tema agrícola, era suizo.

Nacimos en un entorno agrícola, en el norte y acá, en Los Ángeles. Cuando llegamos para acá yo era muy chico, llegamos a un campo y ahí nos criamos con mis hermanos.

Siempre me gustó esta vida de campo. De cabro chico yo estaba metido en la lechería, en todos lados. Mi papá además se enfermó muy joven, murió a los 48 años. Entonces yo me hice cargo, ya casi adolescente, de muchas cosas del campo. Igual terminé de estudiar, pero siempre preocupado del campo.

Estudié en el Liceo Alemán de Los Ángeles y después Tecnología Forestal en la Universidad de Concepción.

Soy lechero junto con otros socios, es mi negocio principal desde el punto productivo. Nos dedicamos a la lechería, tengo una en Los Ángeles. También soy parte de un negocio familiar con mis hermanos de cultivo semillero, producimos algo de hortalizas también y después, de forma individual, con mis hijos, tengo campo forestal y algo de ovejas.

– Y siguiendo con la entrada, que tiene ingredientes alemanes, suizos y chilenos, y en este contexto de vida en el campo ¿cuándo empieza el gusto por la actividad gremial?

Muy cabro, fíjate que creo que a los 21 años fui secretario de la asociación local, que correspondía a la confederación de agricultores de Chile, dirigida en ese entonces por don Domingo Durán. Y ahí partí localmente. Como a los 25 ó 26 fui secretario, con la presidencia de Juan Arismendi, y con los 30, 32 estuve de presidente en Socobio.

Después, cercano a los 40, fui presidente del CAS. En ese momento, Ernesto Correa era presidente de la SNA, y ahí entramos como gremios del sur, asumiendo yo un cargo de vicepresidente. Fue hace hartos años atrás y hoy día soy el director más antiguo de la SNA.

Creo que efectivamente hemos aportado mucho, sobre todo en años muy complejos, cuando se empezaron a negociar los tratados de libre comercio, cuando se empezó a “desproteger” a nuestra agricultura de la competencia externa, ese tránsito fue un poco más posible por la acción gremial agrícola.

Logramos, por un lado, adaptarnos al cambio y, al mismo tiempo, ir presentando nuestros productos fuertemente en los mercados internacionales. Si no hubiésemos estado organizados como gremios, habría sido más difícil organizar todo eso. Nosotros acompañamos prácticamente todas las negociaciones con otros países, con Estados Unidos, Unión Europea, como SNA.

Ahí uno se daba cuenta que la asociación gremial siempre tenía sentido. Sobre todo, respecto a las posturas que tomaba Chile en las negociaciones.

PLATO DE FONDO

– Así llegamos al plato de fondo, hoy es presidente de Socabio, de la CAS y recién nombrado vicepresidente de la SNA, en este último rol, ¿qué desafíos ve hoy para la SNA?

Estamos en un momento bien crítico porque, por un lado, hemos visto que hemos perdido competitividad, vemos lo que está pasando con Perú y es complejo. Hay rubros que para nosotros eran emblemáticos, el arándano por ejemplo, y está quedando bastante fuera de mercado y con costos que no nos están dando retorno.

En agricultura de cultivos, tuvimos un ajuste desde el punto de vista de los precios, lo que se acompañó con un tremendo aumento de costos. Hoy día tenemos costos bastantes más altos de los precios, los precios bajaron, pero mantenemos costos altos. Estamos en una crisis de rentabilidad en la agricultura de cultivo.

El sector forestal, después de los incendios de ahora y de hace seis años atrás, también está resentido. Los incendios del verano y también de encapuchados. Para nosotros en la región del Biobío es fundamental mantener ese sector, es muy valioso, porque es el sector más fuerte de nuestra economía y lo vemos bastante complicado. Con políticas estatales malas respecto del fomento forestal. No hay fomento forestal y eso nos tiene muy preocupados.

Además estamos viviendo el terrorismo, debido al conflicto mapuche. La seguridad es un tema super complejo. Cada día están robando más en los campos, agroquímicos, y maquinarias. Es un tema muy complejo en todo Chile y en particular en nuestra macrozona sur.

– No se ve sabroso este plato de fondo, ¿cómo se piensa abordar desde la SNA y desde los gremios que encabeza?

Con estrategias propias desde el mundo agrícola, desde la SNA, CAS, Socabio, que tienen que ver con el desarrollo agrícola, alimentario, con el tema de seguridad alimentaria. Hablando de esta seguridad alimentaria en el contexto de economía libre, con desarrollo importador, con globalismo, desde el punto de vista del ingreso del emprendimiento a nuestro país.

Fortalecer esa integración con el mundo, de que nosotros vendemos más alimentos de lo que compramos. De que tenemos una cartera de alimentos disponibles muy abundante, igual o incluso superior a los países desarrollados y eso es muy potente.

Estamos pidiéndole a las autoridades hacer un segundo esfuerzo exportador donde aparece la India y Sudeste Asiático como interesante y tal vez algunos países sudamericanos.

Tenemos un desafío grande también en el alza de los impuestos, cosa que no nos parece, porque en primer lugar se debería modernizar el Estado y hacer más eficiente el gasto. Estamos viendo cómo el Estado despilfarra muchos recursos y lo vemos no solamente en los gastos propios de este, sino también de sus acciones políticas, de contratar más gente.

Tenemos el desafío de la “comisionología”, el poder instalar un proyecto se topa porque las exigencias que nos están poniendo de repente son superiores a países como Estados Unidos. Y esas exigencias hacen inviable los proyectos. En el caso de la agricultura es muy complejo, porque son proyectos en general de pymes, que no tienen el capital para invertir.

También estamos trabajando en la percepción que tiene la ciudad del campo, hay mucha mitología. El campo lo ven como algo muy lejano, muy oculto, en circunstancias que somos los que producimos alimento, gracias a que regamos, a que tenemos capacidades, etc. Eso tenemos que mostrarlo mejor y ahí quizás es responsabilidad nuestra no haberlo hecho mejor.

En Socabio, estamos pensando hacer este año la exposición de vuelta, que estuvo parada por la pandemia. La “Expo Socabio” que son exposiciones tradicionales del sur, como la Sofo, en eso estamos. La queremos hacer en diciembre.